Alice Ball (1892-1916) fue una destacada química estadounidense, conocida por su importante contribución al tratamiento de la lepra. Nació el 24 de julio de 1892 en Honolulu, Hawái, y se destacó como la primera mujer y la primera persona afroamericana en obtener un título en química de la Universidad de Hawái. Desde temprana edad, mostró un interés excepcional por la ciencia, lo que la llevó a sobresalir en un campo históricamente dominado por hombres, especialmente en una época en la que las mujeres y las personas de raza negra enfrentaban numerosas barreras sociales y profesionales.
Ball es especialmente famosa por haber desarrollado el "Tratamiento Ball" para la lepra, un método innovador que consistía en la extracción de compuestos activos de las semillas de la planta Chaulmoogra. Esta planta ya se utilizaba de manera tradicional para tratar la lepra, pero los tratamientos anteriores no eran lo suficientemente efectivos ni seguros. En 1915, Alice Ball perfeccionó una técnica que permitía purificar los compuestos activos de la planta, lo que hizo que el tratamiento fuera mucho más eficaz y pudiera administrarse de manera más controlada y segura a los pacientes. Este avance representó una mejora significativa en el tratamiento de la lepra y fue utilizado durante varias décadas, hasta que en la década de 1940 se descubrió un tratamiento más efectivo con antibióticos.
A pesar de la relevancia de su descubrimiento, la vida de Alice Ball fue trágicamente corta. Murió a los 24 años el 31 de diciembre de 1916, debido a una reacción adversa a los vapores de un reactivo químico con el que estaba trabajando en su investigación. Tras su muerte, su trabajo fue opacado y su contribución fue atribuida erróneamente a su supervisor, Arthur L. Dean, quien se llevó el crédito por el descubrimiento. Durante años, el trabajo de Alice Ball pasó desapercibido, hasta que historiadores y científicos comenzaron a rescatar su legado y reconocer la magnitud de su contribución.
A lo largo del tiempo, la figura de Alice Ball ha sido reivindicada como una de las pioneras más importantes en el campo de la química y la medicina. Su trabajo en el tratamiento de la lepra, su capacidad para innovar y su determinación a pesar de las dificultades que enfrentó debido a su raza y género la han convertido en un referente. Hoy en día, su nombre es reconocido como un símbolo de superación, resiliencia y el impacto de las mujeres y personas afroamericanas en la ciencia.
El legado de Alice Ball es testimonio de cómo, a pesar de los obstáculos y las injusticias, el trabajo científico puede transformar vidas y dejar una huella perdurable en la historia. Su historia también resalta la importancia de reconocer y valorar las contribuciones de aquellos que, en su momento, fueron invisibilizados por el contexto social y científico de su tiempo.