A raíz de la influencia de su padre, Sigmund Freud, su infancia giró en torno al mundo de la psicodinámica. Después de la Primera Guerra Mundial dio sus primeros pasos en el ámbito formativo, ofreciendo conferencias y seminarios a futuros psicoanalistas y educadores, convencida de que la teoría y práctica de su padre tenía una gran relevancia en los primeros años de vida de las personas. Puesto que es en este momento cuando se interiorizan las normas sociales y pueden generarse traumas significativos.
Asimismo, empieza a surgir una rivalidad teórica en los primeros años del psicoanálisis protagonizada por la misma Ana Freud y Melanie Klein, otra de las muy pocas psicoanalistas europeas de la época.
Su padre siguiendo la teoría freudiana sobre las estructuras psíquicas (ello, yo y superyó), se enfoca en el ello, el insconsciente y los mecanismos ocultos, mientras que Ana centra sus estudios en el yo. Así, decide ayudar a los infantes a navegar por sus pensamientos en el mismo momento que aparecen. En 1936 publica el libro “El yo y los mecanismos de defensa”, que se convertiría en uno de sus libros más importantes. En él describe de manera más detallada, las 3 figuras que hemos comentado anteriormente.
Las explicaciones de Ana Freud sirvieron para otorgar al psicoanálisis una perspectiva menos oscura y más pragmática. Su principal contribución científica fue desarrollar el campo del psicoanálisis infantil, que cuenta con modificaciones para adaptarse a las necesidades de los niños. Asimismo, dedico su vida al estudio de la educación y la terapia infantil, dejando reflejado su legado en los 8 volúmenes de “The writings of Ana Freud”.