Barbara McClintock

Centro Educativo:
La Salle Manlleu

Principales hitos

“Puede parecer injusto recompensar a una persona por tener tanto placer en los últimos años, pidiendo a la planta de maíz para resolver problemas específicos y luego ver sus respuestas”

Biografía de Barbara McClintock

La historia de Barbara McClintock comienza en la ciudad de Hartford. Hija de un médico, dícese que de carácter solitario e independiente, ya desde muy pequeña se mostraría como una niña muy despierta, de mente abierta y dotada de una inclinación natural por la ciencia, por lo que tras acabar la educación secundaria no dudaría en matricularse en botánica en la Escuela de Agricultura de la Universidad de Cornell, donde se licenciaría a la edad de 21 años. Fue durante esa época en la que comenzó a interesarse por la genética de la mano del genetista C. B. Hutchison, quien la impulsó en 1927 a obtener un doctorado en las especialidades de genética y botánica.
Durante sus estudios de posgrado, McClintock iniciaría el trabajo que ocuparía toda su carrera profesional: el análisis cromosómico del maíz. Ya muy temprano, con tan solo 28 años, describió por primera vez los entrecruzamientos que tienen lugar entre cromosomas homólogos durante la meiosis, es decir, la recombinación genética que se produce durante la reproducción celular.

Todo parecía apuntar a que a McClintock le esperaba una carrera prometedora en su propio país, sin embargo, a su retorno se encontraría con que la Universidad de Cornell no contrataba a profesoras, por lo que su investigación sería sufragada durante dos años, entre 1934 y 1936, por la Fundación Rockefeller, hasta que este último año fue contratada por la Universidad de Missouri.

Tras 4 años en Missouri, y tras sopesar la imposibilidad de seguir creciendo profesional y académicamente, McClintock se mudaría en 1941 a Nueva York para trabajar en el Laboratorio Cold Spring Harbor. Aquí la investigadora continuaría con sus estudios sobre la herencia genética ligada a los cromosomas, sin embargo, muy pronto daría con el descubrimiento que cambiaría para siempre su vida, su trayectoria académica, y a la vez revolucionaría el campo de la genética.
Desde que comenzara su carrera, McClintock se había centrado en el estudio del genoma del maíz, pero lo que descubrió en esta ocasión era que algunos de los elementos genéticos que había observado con anterioridad podían cambiar de posición en los cromosomas para activar o desactivar otros genes adyacentes o relacionados.
McClintock fue objeto de numerosos premios y honores, entre los que destaca el Premio Nobel de Fisiología o Medicina de 1983. Fue, de hecho, la séptima mujer laureada con el galardón, sin embargo, la primera que lo hacía sin tener que compartirlo con ningún otro investigador, un hecho relativamente extraordinario en la historia de los Nobel.
Su vida se alargaría todavía una década más, durante la cual siguió investigando, hasta que se apagó un 2 de septiembre de 1992. Sus descubrimientos revolucionaron para siempre el campo de la ingeniería genética y han conducido a importantes avances en la biología molecular, abriendo la puerta a los científicos a comprender mejor cómo se transmiten los rasgos genéticos de una generación a otra.