CAROLINA MARTÍNEZ PULIDO

Centro Educativo:
IES LA VICTORIA

Principales hitos

"La injusticia hacia las mujeres en el mundo de la ciencia resulta irritante"

Biografía de CAROLINA MARTÍNEZ PULIDO

Carolina Martínez Pulido nace en Tenerife el 28 de noviembre de 1950. Estudia Biología en la Universidad de La Laguna (ULL), en la que se licencia en el curso 1975-76. En abril de 1985 lee su tesis doctoral “Formación de callos en cultivo in vitro de tejidos de Pinus Canariensis”. También estudia en el Instituto Miguel Lillo de la Universidad de Tucumán, Argentina, y en la Universidad Complutense de Madrid. En 1990 se convierte en profesora titular de la ULL, en el Departamento de Biología Vegetal, y durante más de 3 décadas (desde el curso 1976-77) enseña ciencias biológicas en las facultades de Biología, Química y Farmacia de la citada universidad. También imparte cursos de doctorado. Se jubila en el año académico 2012-13.

Carolina Martínez Pulido nace en Tenerife el 28 de noviembre de 1950. Estudia Biología
en la Universidad de La Laguna (ULL), en la que se licencia en el curso 1975-76. En abril
de 1985 lee su tesis doctoral “Formación de callos en cultivo in vitro de tejidos de Pinus
Canariensis”. También estudia en el Instituto Miguel Lillo de la Universidad de Tucumán,
Argentina, y en la Universidad Complutense de Madrid. En 1990 se convierte en
profesora titular de la ULL, en el Departamento de Biología Vegetal, y durante más de 3
décadas (desde el curso 1976-77) enseña ciencias biológicas en las facultades de
Biología, Química y Farmacia de la citada universidad. También imparte cursos de
doctorado. Se jubila en el año académico 2012-13.
Durante varios años su línea de investigación se centra en la biotecnología forestal, más
concretamente en la regeneración in vitro del pino canario. Entre 1988 y 1990 es
profesora investigadora invitada de la Universidad de Calgary en Canadá, dentro del
programa Plant Physiology Research Group (PPRG). Allí lleva a cabo una investigación
titulada Cultivo in vitro de coníferas de interés para Canarias (Pinus Canariensis y
Juniperus cedrus) desarrollada en dos fases, que tuvo como resultado el protocolo de
micropropagación del pino canario, la publicación de diversos artículos y de un libro
sobre la materia: Cultivo de tejidos vegetales. Multiplicación vegetativa in vitro del pino
canario (ULL, 1990).
En esa misma línea, en 1993 realizó una estancia de colaboración en el Instituto de
Investigaciones Agrobiológicas de Galicia, en Santiago de Compostela, donde trabajó en
el proyecto de investigación de interés comunitario financiado por la UE Cultivo in vitro
de árboles caducifolios, liderado por la doctora Ana Vietez del CSIC.
La biotecnología forestal fue, pues, el campo en el que comenzó su vida profesional,
sobre el que escribió su tesina y su tesis, y sacó su oposición. Pero su propia curiosidad
y el contacto con el mundo de la docencia despertaron en Carolina otras inquietudes e
intereses. En los años 80, rebuscando entre los ejemplares de una librería, Carolina
descubre por casualidad Seducida por lo vivo. Vida y obra de Barbara McClintock, de
Evelyn Fox Keller, la biografía de una científica especialista en citogenética, en buena
medida autodidacta y cuya madre no quería que cursara estudios superiores para no
arruinar sus expectativas de matrimonio. Escrita desde una perspectiva de género, la
obra rescataba la figura de esta mujer de ciencia que, trabajando en solitario, hizo
importantísimos descubrimientos y obtuvo el Nobel de Medicina o Fisiología en 1983.
Carolina empieza entonces a reflexionar, lo mismo que la autora del libro, acerca de la
presencia invisible, la ocultada contribución de las mujeres al pensamiento científico. Es
en ese momento cuando comienza a plantearse el «cambio de trinchera». El contacto
con sus estudiantes, la importancia de formar a las personas jóvenes, terminan de
convencerla de la necesidad de ese viraje.

Como profesora universitaria, Carolina se interesa por la teoría de la evolución, el
darwinismo, tema abandonado por la educación en España debido a la fuerte influencia
religiosa y a los años de dictadura, frente a la importancia que las universidades
extranjeras concedían a la teoría evolutiva. Paralelamente, comienza también a estudiar
historia de la biología, su disciplina, y a medida que avanza en ambas materias, descubre,
no sin cierto rubor, como ella misma confiesa, algo que sería definitivo en su cambio de
orientación profesional: «en un momento dado –y la verdad con cierta vergüenza por
mi parte– me di cuenta de que en toda la bibliografía que yo daba a mis alumnos, en
todos los libros que consultaba, en los libros que había en la biblioteca, no había ni una
sola mujer.» (de la entrevista concedida a Javier San Martín para Activa tu neurona y
Mujeres con ciencia).
A medida que avanzaba en esas indagaciones, empezaban a «cobrar fuerza las
consabidas preguntas: ¿dónde están las mujeres? ¿No ha habido en la historia de la
biología contribuciones femeninas? ¿Solo han investigado los hombres?» (en Canarias
de las Ciencias y las Letras). De esta forma, tratando de dar respuesta a estos
interrogantes, Carolina se fue sumergiendo en el mundo de los estudios de género,
dedicación que se volvió cada vez más exclusiva y que ha tenido como resultado la
publicación de numerosos trabajos y artículos de divulgación sobre el papel de las
mujeres en las ciencias biológicas, así como 5 libros: También en la cocina de la ciencia
(2001), por el que obtuvo el Premio de Investigación del Instituto Canario de la Mujer;
El papel de la mujer en la evolución humana (2003), Gestando vidas, alumbrando ideas.
Mujeres científicas en el debate sobre la biología de la reproducción (2004), La presencia
femenina en el pensamiento biológico (2006), La senda mutilada. La evolución humana
en femenino (2012) y El papel de las mujeres en la evolución humana (2018).
Desde entonces, su trabajo ha sido reivindicar el papel de las mujeres en la ciencia,
descubrir no solo a aquellas que cosecharon grandes éxitos o hicieron descubrimientos
notables sino también a las que, con sus aportaciones más modestas (lo mismo que
muchos hombres que sí son recordados), han contribuido al pensamiento científico.
También a las que fueron “vampirizadas” por sus compañeros varones, quienes se

atribuyeron el mérito de hallazgos hechos por ellas. Es el caso de Christiane Nüsslein-
Volhard, premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1995 cuyos primeros trabajos, en los

años 60, fueron atribuidos a un colega «que tiene más necesidad de ganarse la vida» (en
Mujeres con ciencia). Carolina afirma que no hay poca presencia de mujeres en la ciencia
biológica, solo que no se les ha reconocido su aportación. «La injusticia hacia las mujeres
en el mundo de la ciencia resulta irritante» (en ull.es).
Su interés en rescatar a las mujeres inmerecidamente olvidadas por el mundo científico
va más allá: Carolina también ha reflexionado sobre el desempeño que las mujeres han
ejercido en la evolución de nuestra especie. En algunos de sus libros y artículos como El
papel de la mujer en la evolución humana o el premiado Insurgencias frente a viejos
dogmas: las mujeres en la revolución de la cuerda (reconocido en 2017 con el XXIV
Premio de Divulgación Feminista “Carmen de Burgos” de la Asociación de Estudios
Históricos de la Mujer de la Universidad de Málaga), se refiere a lo que ha denominado
las “compañeras invisibles”, concepto que explica de la siguiente manera: «son la parte
femenina de todas las poblaciones de nuestros ancestros que también han participado

en el proceso evolutivo y que hasta hace pocos años, hasta que se incorporaron
masivamente al mundo científico como antropólogas, paleontólogas, arqueólogas, etc.,
parecía como si no hubieran hecho otra cosa que tener descendencia que perpetuara
los caracteres que tan esforzadamente habían logrado los hombres cazando grandes
animales… Esas son las compañeras invisibles […]» (declaraciones a Javier San Martín
para Activa tu neurona y Mujeres con ciencia).
Esta bióloga y divulgadora feminista de la ciencia ha negado el tópico que atribuye a las
mujeres una predisposición genética para las labores del cuidado (para ella es una
cuestión puramente educativa y cultural), así como la supuesta inferioridad de la mujer
frente al varón para dedicarse a disciplinas científicas, mito este último que mujeres
como ella se encargan de desbaratar. Ha puesto en evidencia la existencia de redes de
cooperación y camaradería que favorecen a los estudiantes hombres en su relación
entre ellos y con sus profesores, también varones (hecho igualmente señalado por otras
científicas reconocidas en este proyecto). Por lo tanto, es partidaria del establecimiento
de semejantes redes de apoyo para ayudar a progresar a las mujeres que estudien
ciencias, de manera que puedan llegar a ocupar puestos de responsabilidad y mando en
la misma medida que los hombres. En este sentido, Carolina se ha mostrado afín a la
existencia de cuotas obligadas de presencia femenina en estos ámbitos: «si se parte de
una situación desigual, es necesario ayudar a quien tiene más obstáculos» (en ull.es).
Tras retirarse de la docencia, Carolina Martínez Pulido ha sido colaboradora del blog de
la Cátedra de Cultura Científica de la Universidad del País Vasco Mujeres con ciencia,
cuyo objetivo es dar a conocer a las mujeres que se han dedicado y se dedican a la ciencia
y la tecnología. En marzo de 2018 recibió el Premio del Instituto Universitario de
Estudios de las Mujeres (IUEM) de la ULL, en reconocimiento a las investigadoras. Ha
impartido numerosas conferencias de divulgación feminista de la ciencia en España y
Argentina. Es miembro de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas de
España (AMIT) y miembro honorario del Instituto Universitario de Estudios de la Mujer
(ULL). Colabora con la Fundación Orotava de Historia de la Ciencia.