Edith Hinkley Quimby (10 de julio de 1891 – 11 de octubre de 1982) fue una destacada física médica y radióloga estadounidense, pionera en el uso médico de la radiactividad y considerada una de las fundadoras de la medicina nuclear moderna. Nacida en Illinois y residente en Manhattan, dedicó su vida a investigar cómo aplicar la radiación de forma segura y efectiva en el tratamiento de enfermedades, especialmente el cáncer.
Entre sus principales contribuciones científicas se encuentran el estudio de la cantidad de radiación absorbida por el cuerpo humano y el establecimiento de dosis seguras tanto para la radioterapia como para procedimientos diagnósticos. Investigó el uso clínico de isótopos radiactivos, como el yodo-131, para tratar cáncer, y analizó su distribución en el cuerpo y su impacto en los tejidos. También fue fundamental en el desarrollo de normas de seguridad para proteger al personal médico y a los pacientes ante la exposición a radiaciones ionizantes. Fue una de las primeras científicas en unir rigurosamente la ciencia básica con la aplicación clínica en el área de la radiología.
Trabajó en instituciones de gran prestigio como el Memorial Hospital for Cancer en Nueva York, donde desarrolló gran parte de su carrera; en la Universidad de Columbia como profesora de física médica; y como investigadora asociada en el Rockefeller Institute for Medical Research.
Fue la primera mujer en recibir la Medalla Janeway (1940), presidió la Sociedad de Física Médica de EE. UU., y la American Association of Physicists in Medicine creó un premio en su honor.