Gabrielle Émilie Le Tonnelier de Breteuil, marquesa de Châtelet, nació el 17 de diciembre de 1706 en París, en el seno de una familia noble e ilustrada. Desde pequeña recibió una educación poco común para una mujer de su época: hablaba varios idiomas, estudiaba música, literatura y especialmente matemáticas, lo que la llevó a interesarse por la física y la filosofía natural, campos dominados casi exclusivamente por hombres.
Du Châtelet desafió las convenciones sociales e intelectuales del siglo XVIII, y su vida fue una combinación vibrante de pensamiento racional, pasión científica y determinación intelectual. Fue discípula del matemático Pierre-Louis Moreau de Maupertuis y recibió clases del gran matemático Johann Bernoulli. Sin embargo, es conocida también por su relación tanto personal como intelectual con Voltaire, uno de los más destacados filósofos de la Ilustración. Juntos trabajaron en el estudio de la física newtoniana y fundaron una especie de laboratorio intelectual en el Château de Cirey, donde ella se dedicó intensamente a sus investigaciones científicas.
Su contribución más importante fue la traducción al francés de los Principia Mathematica de Isaac Newton, que incluyó amplios comentarios y explicaciones propias. Esta obra, terminada poco antes de su muerte y publicada póstumamente en 1759, sigue siendo la traducción oficial en francés y una de las más influyentes en Europa. En ella no solo explicó conceptos complejos de la física newtoniana, sino que también añadió observaciones originales que contribuyeron al entendimiento de las leyes del movimiento y la gravitación.
Uno de sus grandes logros teóricos fue su defensa de la fórmula de la energía cinética E=mv2E = mv^2E=mv2, en contraposición a la idea newtoniana de que la energía era proporcional a mvmvmv. Esta visión, en sintonía con Leibniz, anticipó conceptos fundamentales de la física moderna. También escribió la obra Institutions de Physique (1740), una especie de manual filosófico y científico en el que explicaba de forma clara las ideas de Newton, Leibniz y otros pensadores, con la intención de hacerlas accesibles tanto a científicos como a un público más amplio.
Émilie du Châtelet murió a los 42 años, el 10 de septiembre de 1749, por complicaciones en el parto de su hija. Su vida fue breve pero profundamente influyente. A pesar de vivir en una época que relegaba a las mujeres al ámbito doméstico, ella logró hacerse un lugar en el mundo científico gracias a su inteligencia, perseverancia y audacia intelectual. Hoy es recordada no solo por sus contribuciones a la física y las matemáticas, sino también como una pionera en la lucha por el reconocimiento de las mujeres en la ciencia.
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