Florence Nightingale es reconocida como la pionera de la enfermería moderna y una figura emblemática en la historia de la atención sanitaria. Más allá de su vida personal, su legado radica en su enfoque revolucionario hacia el cuidado de los enfermos y la organización de los servicios de salud. En un contexto donde la medicina carecía de los fundamentos científicos que hoy consideramos esenciales, ella introdujo prácticas que no solo transformaron la profesión de enfermería, sino que también sentaron las bases para la atención centrada en el paciente.
Florence Nightingale nació en 1820, en Italia, en una familia aristocrática británica. Sus padres eran de clase alta, y Florence tenía una educación privilegiada. Desde pequeña, mostró una mente inquisitiva y una pasión por el conocimiento, aunque su familia esperaba que se comportara de acuerdo con las normas sociales de la época, lo que incluía una vida más centrada en las labores domésticas y sociales que en el estudio o el trabajo profesional.
A pesar de su educación convencional, Florence se sintió atraída por la enfermería, que en ese entonces no era vista como una carrera digna de alguien de su clase social. Aunque su familia se oponía a la idea de que se dedicara a la enfermería, ya que la consideraban una profesión inferior, ella insistió en que quería hacer algo significativo con su vida. Así fue como con 24 años, ingresó a la Escuela de Enfermería del Hospital de San Tomás en Londres en 1850, donde comenzó su formación profesional, marcando el inicio de su carrera.
En 1851, Nightingale tomó un paso decisivo hacia su vocación al viajar a Kaiserwerth, Alemania, donde se inscribió en un programa de formación de enfermeras. Allí, adquirió habilidades prácticas y teóricas en el cuidado de los pacientes, aprendiendo sobre la importancia de la higiene y la organización en el entorno hospitalario. Su experiencia allí la preparó para enfrentar uno de los desafíos más significativos de su carrera: la Guerra de Crimea. Durante este conflicto, fue enviada a cuidar a los soldados heridos en el hospital de Scutari, donde implementó prácticas de higiene y mejoró notablemente las condiciones de salud, reduciendo la tasa de mortalidad. En 1860, Florence Nightingale fundó la primera escuela de enfermería secular en el Hospital St. Thomas en Londres, estableciendo un modelo para la formación de enfermeras que combinaba teoría y práctica.
Desde 1857, el estado de salud de Florence era precario y se vio postrada en cama en numerosas ocasiones. Sin embargo, ello no le impidió́ ocuparse del hospital Saint Thomas y fundar en él la Escuela Florence Nightingale de Enfermeras y que transmitieran sus enseñanzas. Gracias a su labor, la reina Victoria la condecoró con la Royal Red Cross en 1883. Ella murió́ el 13 de agosto, a los 90 años. Unos días después de su fallecimiento, en la iglesia de Saint Margaret, en el East Wellow, una multitud de enfermeras y más, acudió́ a saludarla por última vez.