Hedy Lamarr (1914-2000) fue una actriz e inventora austriaca que dejó una huella tanto en el cine de Hollywood como en la ciencia. Nació en Viena, Austria, en una familia acomodada y desde pequeña mostró una gran inteligencia y curiosidad por la tecnología. A los 16 años comenzó a estudiar ingeniería, pero abandonó sus estudios cuando fue descubierta por un director de cine y empezó su carrera como actriz. Su primera película famosa fue Éxtasis (1933), que causó controversia por su atrevimiento.
A finales de los años 30, huyó de su primer matrimonio con un empresario armamentístico y se trasladó a Estados Unidos, donde firmó un contrato con la Metro-Goldwyn-Mayer. En Hollywood, se convirtió en una estrella famosa, protagonizando películas como Argel (1938), Camino de Santa Fe (1940) y Sansón y Dalila (1949). Era considerada una de las mujeres más bellas de la época y trabajó con grandes actores y directores.
Sin embargo, su inteligencia iba mucho más allá del cine. Durante la Segunda Guerra Mundial, preocupada por la seguridad de los Aliados, trabajó junto al compositor George Antheil en una tecnología de salto de frecuencia que permitía que las comunicaciones militares fueran más seguras y difíciles de interceptar. Esta invención, aunque no fue utilizada en su época, se convirtió en la base de tecnologías modernas como el Wi-Fi, el Bluetooth y el GPS.
A pesar de su importante contribución a la ciencia, en su época no recibió reconocimiento, ya que la sociedad la veía solo como una actriz. Con los años, su trabajo fue valorado y en 1997 recibió el Premio Pioneer de la Electronic Frontier Foundation por su innovación.
Su legado no solo perdura en el cine, sino en la tecnología que usamos todos los días. Hedy Lamarr fue mucho más que una estrella de Hollywood: fue una mente brillante que ayudó a cambiar el mundo, demostrando que la belleza y la inteligencia pueden ir de la mano. Su historia inspira a muchas personas a desafiar los estereotipos y a seguir sus pasiones, sin importar los obstáculos.