Hipatia de Alejandría (aprox. 360 – 415 d.C.) fue una de las primeras mujeres científicas de las que se tiene constancia y una figura destacada en la historia de la filosofía y las matemáticas. Nació en Alejandría, Egipto, en una época en la que esta ciudad era uno de los principales centros del saber del mundo antiguo. Hija del matemático Teón de Alejandría, fue educada en matemáticas, astronomía, filosofía y retórica, disciplinas en las que pronto superó a su propio padre.
Hipatia dirigió la escuela neoplatónica de Alejandría, donde enseñaba a estudiantes de distintas religiones y orígenes. Era admirada por su capacidad pedagógica, su carisma y su vida dedicada al conocimiento. Enseñaba matemáticas avanzadas, incluyendo álgebra y geometría, y filosofía basada en el pensamiento de Platón y Plotino. Además, escribió comentarios sobre obras fundamentales de Euclides, Arquímedes y Diofanto, y se le atribuyen innovaciones en el diseño de instrumentos como el astrolabio, el hidroscopio y el planisferio.
Su figura se convirtió en símbolo de la razón y del pensamiento libre. Sin embargo, vivió en una época de profundos conflictos políticos y religiosos, cuando el cristianismo se consolidaba como religión dominante en el Imperio Romano. Su independencia intelectual y su cercanía a autoridades paganas y moderadas la convirtieron en blanco de acusaciones por parte de fanáticos cristianos.
En el año 415 d.C., Hipatia fue brutalmente asesinada por una turba incitada por sectores radicales, en un crimen que simbolizó la tensión entre la antigua sabiduría clásica y la nueva ortodoxia religiosa. Su muerte marcó el comienzo del fin de la gran tradición científica alejandrina.
Hoy, Hipatia es recordada como un símbolo de la libertad de pensamiento, del papel de la mujer en la ciencia, y del valor de la razón frente a la intolerancia. Su legado inspira a quienes defienden el conocimiento, la igualdad y el espíritu crítico en todo el mundo.