Hipatia de Alejandría fue una de las figuras más destacadas de la Antigua Alejandría, un faro de conocimiento en una época llena de convulsiones sociales y religiosas. Nació alrededor del 355 d.C., en una sociedad donde el pensamiento racional griego comenzaba a chocar con la creciente influencia del cristianismo. Se convirtió en la última gran representante de la tradición filosófica griega en Egipto y una de las primeras mujeres científicas reconocidas de la historia. Hija del matemático y astrónomo Teón de Alejandría, recibió una educación excepcional que le permitió sobresalir en campos tradicionalmente dominados por hombres. Su talento y erudición la llevaron a liderar la prestigiosa Escuela Neoplatónica de Alejandría, donde impartía conocimientos de matemáticas, astronomía y filosofía a estudiantes de diferentes orígenes religiosos y culturales.
Además de ser una docente brillante, Hipatia fue una innovadora en la mejora de herramientas científicas, perfeccionando instrumentos como el astrolabio y el hidrómetro, fundamentales para la navegación y la medición de líquidos. Se cree que escribió tratados matemáticos y comentarios sobre las obras de Euclides y Diofanto, ayudando a preservar y transmitir el conocimiento clásico en un periodo de gran inestabilidad. Su pensamiento racionalista y su énfasis en el método científico la convirtieron en una figura influyente, pero también en un blanco de controversias. En un contexto donde el cristianismo ganaba poder y la lucha por el control de Alejandría se intensificaba, Hipatia fue vista como una amenaza por algunos sectores religiosos. Su relación cercana con Orestes, el gobernador romano de la ciudad, y su influencia intelectual la hicieron blanco de acusaciones de herejía y brujería.