En 1773, Isabel Zendal nació en una aldea de Galicia, en el noroeste de España. No se sabe mucho acerca de su infancia e juventud, pero lo que se sabe es que muy joven ya demostró una gran vocación por ayudar a los demás. Aunque en esa época las mujeres tenían muy pocas oportunidades, fue ella una de las primeras mujeres en formarse como enfermera y más tarde directora del orfanato de La Coruña. Al principio, su vida era sencilla y tranquila, pero un proyecto de gran importancia le empujo a hacer una misión que cambiaria el mundo
En 1803, el médico Francisco Javier Balmis organizó la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, una expedición ordenada por el rey de España para llevar la vacuna de la viruela a América y Filipinas. El problema era que en aquel momento no había forma de conservar la vacuna en frascos ni transportarla en hielo, así que se utilizó un método innovador: se llevaría la vacuna en los cuerpos de niños huérfanos, transmitiéndola de brazo en brazo a lo largo del viaje. Isabel Zendal fue elegida para acompañarlos y cuidarlos por lo que cuando tenía 30 años, Isabel decidió dejar todo lo que había logrado hasta entonces y emprender un viaje largo con muchos riesgo. Cruzó el océano Atlántico en un barco junto con 22 niños huérfanos que llevaban la vacuna bajo la piel. Su tarea consistía en protegerlos, alimentarlos y que llegara la vacuna en buen estado a América. Fue la única mujer de la expedición, y se enfrentó a tormentas, enfermedad infecciosa y situaciones duras. Sin embargo, ni una sola vez abandonó sus obligaciones.
A su llegada a América, Isabel continuó viajando con la expedición por México, Venezuela, Bolivia, Colombia, Perú y finalmente Filipinas y. Llegó a conseguir que miles de personas fueran vacunadas y por lo tanto salvar sus propias vidas con un trabajo fuerte y efectivo y sobretodo valioso.
Sin embargo su historia se quedó en el olvido por mucho tiempo. Mientras Balmis y otros sí fueron reconocidos, Isabel no recibió ningún reconocimiento aunque a pesar de esto hoy en día su vida fue redescubierta y se aprecia una vez más. En 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) la reconoció como primera enfermera que haya habido en una misión internacional de salud pública. Aparte, en recuerdo a su coraje su nombre se atribuye a hospitales, premios y centros de investigación
La historia de Isabel Zendal es una prueba de que no hace falta ser una gran científica o una persona poderosa para cambiar el mundo. Con su esfuerzo, empatía y dedicación, logró marcar la diferencia en la vida de miles de personas. Su legado sigue vivo hoy en día, recordándonos que la verdadera heroína no siempre es la más famosa, pero su impacto puede ser enorme.