Joan Beauchamp Procter nació en Londres en el año 1897. Cuando era pequeña observaba en su jardín insectos, ranas… Tenía gran curiosidad por la naturaleza y amaba los animales, ¡sobre todo los reptiles y los anfibios! De hecho, Joan tenía una lagartija como mascota.
Desde temprana edad, Joan padeció problemas de salud y no pudo asistir a la escuela como los demás niños y niñas pero, eso no le impidió investigar por su cuenta. Aprendía con sus observaciones, leyendo libros y, además, creaba sus propios apuntes científicos.
De joven comenzó a colaborar con científicos reconocidos. En 1917, se convirtió en asistente de George Albert Boulenge en el Museo de Historia Natural de Londres ayudando en la clasificación de diversas especies de reptiles y anfibios. Pronto todo el mundo descubrió lo brillante que era. Sabía mucho sobre serpientes, cocodrilos, tortugas y lagartos. Tenía una habilidad única para entender su comportamiento.
Después, Procter fue nombrada curadora de reptiles en el zoológico de Londres convirtiéndose en la primera mujer en ocupar dicho cargo. Allí diseñó un hábitat innovador e increíble, la "Casa de los Reptiles " del zoológico. Pensó en todo: el tipo de suelo, la temperatura, las plantas, las rocas… ¡todo para que los reptiles se sintieran como en casa! Muchos de esos espacios aún se usan gracias a su diseño.
También, fue una de las primeras mujeres en estudiar dragones de komodo en cautiverio contribuyendo significativamente al conocimiento de ellos ya que en aquella época, casi nadie conocía esta especie en Europa. Los primeros ejemplares que llegaron al zoo daban miedo a los cuidadores exceptuando a Joan quién entabló gran amistad con uno de ellos, llamado Sumbawa.
A lo largo de su corta pero influyente carrera, Procter publicó numerosos artículos científicos y fue reconocida por sus ilustraciones detalladas y precisas de los reptiles. Su trabajo no solo ayudó a avanzar en la herpetología, sino que también inspiró a futuras mujeres en la ciencia.
Falleció en 1931 cuanto tan solo tenía 34 años debido a complicaciones derivadas de su enfermedad pero siempre trabajó con energía y amor dejando un enorme legado en la zoología.
¡Menuda genio!
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