El pasado 15 de julio, la astrofísica Jocelyn Bell cumplió 74 años. Es mundialmente conocida por haber descubierto en 1967 los púlsares, estrellas muy pequeñas, pero muy pesadas que emiten una radiación muy rápida y periódica. Este hallazgo no estuvo exento de polémica ya que valió el premio Nobel de Física en 1974, aunque no a ella, sino a su tutor de tesis Antony Hewish y al astrónomo Martin Ryle. Su papel, como el de tantas otras mujeres en la ciencia, fue relegado a un segundo plano. Repasamos en esta entrada su extensa carrera dedicada a la astronomía y a romper barreras en la investigación.
Jocelyn Bell no solo sufrió la discriminación machista en su vida conyugal y en el jurado del Nobel. Tras la publicación en la revista Nature de su descubrimiento, un año después del mismo, Bell despertó muchos intereses, en especial, entre los medios de comunicación. El tratamiento que le dieron muchos de estos medios a su trabajo y a ella misma le hizo sentirse como un «trozo de carne», según sus propias palabras. Asimismo, la científica confesó que al entrar en la Universidad de Cambridge sufrió el llamado ‘síndrome de la impostora’, es decir, pensar que no eres lo suficientemente bueno o buena, que no estás a la altura del puesto que te han otorgado (en una equivocación de tus superiores, a los que has conseguido engañar de alguna manera). Es un trastorno que sufren con mayor frecuencia las mujeres ante la brecha de género en el mundo profesional y, en particular, en el científico.
Bell no ganó el Nobel, pero ha sido : Medalla Herschel de la Real Sociedad Británica de Astronomía en 1989, comandante de la Orden del Imperio Británico en 1999, miembro de la Royal Society de Londres desde 2003 y Royal Medal en 2015, Medalla de Oro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en 2015, entre otros. Desde el ICMAT nos sumamos a estos homenajes en forma de felicitación por su 74º cumpleaños.