Katherine Johnson (1918-2020) fue una matemática y física estadounidense cuya contribución a la NASA resultó clave en el éxito de las primeras misiones espaciales. Nació en White Sulphur Springs, Virginia Occidental, y desde niña demostró una habilidad excepcional para los números. Su talento le permitió ingresar a la escuela secundaria a los 10 años y graduarse de la universidad a los 18, en una época en la que pocas mujeres afroamericanas tenían acceso a la educación superior.
Estudió matemáticas y francés en la Universidad Estatal de Virginia Occidental, donde fue una de las primeras mujeres afroamericanas en recibir oportunidades avanzadas en matemáticas. En 1953, se unió al Comité Asesor Nacional para la Aeronáutica (NACA), que en 1958 se convirtió en la NASA. En esta institución, trabajó durante más de tres décadas realizando cálculos matemáticos cruciales para la exploración espacial.
A pesar de la segregación racial y las barreras de género en la NASA, Johnson se destacó por su meticuloso trabajo en mecánica orbital. Su capacidad para calcular trayectorias y puntos de reentrada de cápsulas espaciales la hizo indispensable en múltiples misiones. Su trabajo fue fundamental en el primer vuelo de un astronauta estadounidense al espacio, en la primera órbita terrestre tripulada por Estados Unidos y en la llegada del hombre a la Luna.
Su carrera estuvo marcada por la búsqueda de precisión y el compromiso con la excelencia. Aunque durante años su trabajo pasó desapercibido, con el tiempo su legado fue reconocido a nivel nacional e internacional. En 2015, el presidente Barack Obama le otorgó la Medalla Presidencial de la Libertad, el mayor honor civil de los Estados Unidos. En 2016, su historia se popularizó gracias a la película Talentos Ocultos, que mostró la importancia de su trabajo y el de otras mujeres afroamericanas en la NASA.
Katherine Johnson falleció el 24 de febrero de 2020, a los 101 años, dejando un legado imborrable en la historia de la ciencia y la exploración espacial. Su impacto no solo se refleja en sus contribuciones a la NASA, sino también en su papel como inspiración para mujeres y minorías que desean seguir carreras en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM). La NASA nombró en su honor el edificio Katherine G. Johnson Computational Research Facility, reafirmando su legado en la historia aeroespacial.