Katia nació en Francia, que está en Europa, como España. Nació un día de abril, el 17 de abril de 1942, en una ciudad que se llama Guebwiller.
De pequeña le gustaba mucho leer libros de ciencia, mirar mapas y dibujar montañas con humo. Sus padres decían que tenía una gran imaginación, pero no sabían que Katia quería ser vulcanóloga.
Cuando fue creciendo, Katia siguió estudiando mucho. Fue al colegio y luego al instituto, y después entró en la universidad. Allí estudió geología, y también aprendió mucho sobre química.
Un día, mientras estudiaba volcanes, conoció a un chico que se llamaba Maurice Krafft. Él también era científico, y también estaba loco por los volcanes. Les gustaban tanto que se hicieron muy amigos, luego novios y después se casaron. Se convirtieron en un equipo. Iban por todo el mundo con sus mochilas, cámaras, cascos y trajes de protección. Se acercaban muchísimo a los volcanes para estudiarlos, grabarlos en vídeo y hacer fotos increíbles. A veces estaban tan cerca que las botas se les derretían por el calor, ¡pero no se asustaban!
Mucha gente no entendía por qué se arriesgaban tanto pero ellos querían ayudar a salvar vidas. Cuando un volcán entra en erupción las personas que viven cerca pueden estar en peligro. Si los científicos entienden mejor cómo funcionan los volcanes, pueden avisar antes a las personas para que se vayan y no les pase nada.
Katia y Maurice viajaron a más de 150 volcanes. Trabajaban muchísimo. Hacían cosas como: medir la temperatura de la lava (¡más de 1000 grados!), grabar vídeos desde muy cerca, tomar muestras de piedras y cenizas, hacer documentales para explicar lo que veían y escribir libros y artículos científicos. Aunque se hicieron muy famosos, no ganaban mucho dinero porque todo lo que conseguían lo usaban para comprar material, cámaras o pagar los viajes.
A Katia le encantaba hacer fotos.. Hizo miles de fotos preciosas de los volcanes, de las explosiones, de la lava bajando. Algunas de esas fotos están ahora en museos y libros de ciencia.
La historia de Katia y Maurice tiene un final triste.
En el año 1991, enJapón, hubo una gran erupción del volcán Unzen. Katia y Maurice fueron allí para estudiarla y grabarla. Estaban en un sitio que ellos pensaban que era seguro, pero la erupción fue mucho más fuerte de lo que esperaban. Ese día, el 3 de junio de 1991, una avalancha de ceniza y piedras, que se llama “nube piroclástica”, bajó por el volcán a muchísima velocidad. Katia y Maurice estaban allí, y murieron haciendo lo que más amaban.Tenían 49 años (Katia) y 45 (Maurice).
Aunque murieron, su trabajo no se perdió. Todo lo que grabaron, escribieron y contaron sigue ayudando a los científicos hoy en día. Gracias a ellos, muchas personas pueden aprender cómo se comportan los volcanes.
Katia fue una heroína de verdad. No llevaba capa, pero llevaba botas, casco y una libreta en la mano. Gracias a ella, hoy sabemos más sobre los volcanes… y también sobre el valor, el amor y la ciencia.