Lise Meitner (1878-1968) fue una física austriaca-sueca pionera en el campo de la radiactividad y la física nuclear. Nacida en Viena en una familia judía secular, fue la primera mujer admitida en la facultad de física de la Universidad de Viena, donde estudió bajo la tutela del eminente físico Ludwig Boltzmann. Su pasión por la física la llevó a Berlín, donde trabajó con Max Planck y más tarde con el químico Otto Hahn, con quien establecería una colaboración científica de más de 30 años.
A pesar de las barreras de género en la ciencia de su tiempo, Meitner logró hacerse un lugar en el Instituto Kaiser Wilhelm, donde inicialmente trabajaba sin salario ni título oficial. Junto con Hahn, investigó la radiactividad y desarrollaron importantes técnicas de separación química de elementos radiactivos. Su trabajo conjunto los llevó al descubrimiento de varios isótopos y al estudio del uranio y el torio, lo que sentó las bases para el descubrimiento de la fisión nuclear.
En 1938, debido a las leyes raciales nazis, Meitner —que había perdido su ciudadanía austriaca tras la anexión del país por la Alemania nazi— se vio obligada a huir a Suecia. Desde el exilio, continuó su investigación y fue ella quien interpretó correctamente los experimentos de Hahn y Fritz Strassmann, concluyendo que habían logrado dividir el núcleo del átomo de uranio, un proceso que bautizó como "fisión nuclear". Esta explicación, publicada con su sobrino Otto Frisch, fue fundamental para el desarrollo posterior de la energía nuclear.
Pese a su contribución esencial, Meitner fue ignorada por el Comité Nobel cuando en 1944 se otorgó el Premio Nobel de Química exclusivamente a Otto Hahn. Este hecho ha sido ampliamente criticado como una de las mayores injusticias en la historia de la ciencia. Sin embargo, su legado fue reivindicado en años posteriores: recibió numerosos reconocimientos, incluyendo el nombramiento de un elemento químico en su honor, el meitnerio (Mt). Una frase célebre de Lise Meitner es:
Lise Meitner se mantuvo siempre firme en su ética. Rechazó participar en el Proyecto Manhattan y fue una defensora del uso pacífico de la energía nuclear. Murió en Cambridge en 1968. Su lápida lleva una frase escrita por Frisch que resume su vida: “Una física que nunca perdió su humanidad.”