En una época en la que la investigación científica en España estaba muy atrasada y en sus primeras etapas, Margarita Salas fue una de las primeras científicas que aportó grandes conocimientos a la bioquímica y asentó las bases de la investigación en su país.
Margarita Salas nació en 1938 en un pequeño pueblo de la costa de Asturias. Su padre era un médico psiquiatra y su madre, maestra, y siempre tuvieron claro que sus hijos debían estudiar carreras universitarias. Se decantó por Química y estudió en la Universidad Complutense de Madrid, donde conoció y colaboró con su futuro marido, Eladio Viñuela. En 1958 conoció a Severo Ochoa, quien era conocido de su padre y que cambiaría toda su carrera como científica. Este le propuso realizar un doctorado en bioquímica en España para luego irse a Estados Unidos a trabajar con él.
En 1964, Margarita y su marido Eladio se mudaron a Nueva York para trabajar en el laboratorio de Severo Ochoa. Allí, Salas hizo su primer descubrimiento sobre la síntesis de proteínas en el ADN. Demostró que el triplete del ARN mensajero UAA, marcaba el fin de la traducción de la síntesis de una proteína. También descubrió dos proteínas esenciales para la iniciación de la traducción en bacterias (factor de iniciación IF-1 y el IF-2).
En 1967, Margarita y Eladio decidieron volver a España para desarrollar la biología molecular en el país, estableciendo su laboratorio en el Centro de Investigaciones Biológicas del CSIC. Sin embargo, Salas fue otra vez juzgada por ser mujer, ya que no la reconocían como una científica por sí sola, sino que siempre se referían a ella como “la esposa de Eladio Viñuela”. Para evitar que el mérito de las investigaciones solo se dirigiese hacia él, Viñuela decidió apartarse del proyecto que tenían en conjunto para que su mujer pudiese seguir con su línea de investigación. Margarita decidió estudiar el fago Φ29, un virus que infecta bacterias, ya que estaba poco estudiado.
Uno de los mayores descubrimientos de Margarita Salas fue el hallazgo y la caracterización de la ADN polimerasa. Esta enzima es una parte fundamental en la replicación del ADN en los virus, ya que es capaz de sintetizar largas cadenas de ADN eficazmente. La ADN polimerasa se ha convertido en una herramienta esencial en la biotecnología, además de que se utiliza en estudios genéticos, análisis forense y en la amplificación de pequeñas muestras de ADN. Como curiosidad, la patente de esta enzima generó más de 66 millones de euros en ingresos, convirtiéndola en una de las más rentables.