Margarita Salas Falgueras nació en 1938 en una pequeña parroquia de la costa asturiana llamado Canero (Valdés), cerca de Luarca.
Su padre era médico psiquiatra y tenía un sanatorio en la ciudad de Gijón, dónde Margarita se trasladó a vivir después con sus dos hermanos y su madre, que era maestra. La formación superior de sus padres influyó mucho en los tres hijos de la familia, ya que la pareja siempre tuvo claro que todos, chicos y chicas, debían cursar una carrera universitaria, algo poco habitual en una época en la que las familias no solían apoyar la formación de las mujeres.
Se educó en un centro religioso en el que las ciencias, las artes o las humanidades no eran compartimentos estancos, dotándole así de una visión global del conocimiento que conservó toda su vida.
A Margarita Salas y Eladio Viñuela les unió la pasión por la investigación desde su época de estudiantes. Permanecieron juntos durante toda su vida.
La científica valdesana inició en España una línea de investigación pionera en el campo de la biología molecular en los años 70, que aún estaba ‘en pañales’ en nuestro país.
Margarita Salas firmó durante toda su carrera más de 350 publicaciones científicas, supervisó 30 tesis doctorales, impartió más de 400 ponencias y era poseedora de 8 patentes.
La investigadora asturiana depositó en 2008 en la cámara acorazada del Instituto Cervantes su primer cuaderno con las investigaciones realizadas en el laboratorio de Severo Ochoa en Nueva York.
Entre la multitud de galardones que recibió la científica a lo largo de su vida, en 2019 fue reconocida con el Premio Inventor Europeo del Año.