Nació el 16 de mayo de 1718, hija de Don Pietro Agnesi Mariami y de Anna Brivio. En su país, a diferencia de en la mayoría de países europeos, sí se permitia a las mujeres estudiar. Maria era una mujer dotada, que a los 5 años hablaba francés y a los 9 ya hablaba siete lenguas: italiano, latín, francés, griego, hebreo, alemán y español, por lo que se acabo apodando "oráculo de los ocho idiomas". Provenía de una familia rica, su padre era profesor en a universidad de bolonia, aunque hay quien dice que también se dedico al comercio de la seda. A la edad de nueve años María estuvo durante una hora, ante una asamblea culta hablando en latín sobre el derecho de la mujer a estudiar ciencias y sobre cómo las artes liberales no eran contrarias al sexo femenino. Se dice también que María era sonámbula, y en ocasiones, después de trabajar intensamente, exhausta, se iba a dormir dejando un problema sin resolver sobre el escritorio. A la mañana siguiente, al despertar, veía que lo había resuelto mientras dormía. Había escrito la solución completa y había vuelto a la cama. María nunca se casó, a los 21 años quiso entrar en un convento, pero su padre se opuso. Ella le hizo caso, aunque renuncio completamente a la vida social, decidió quedarse en casa y consagrarse a las matemáticas. El álgebra y la geometría, declaraba, son las únicas partes del pensamiento donde reina la paz. Concentró sus esfuerzos en estudiar libros religiosos y de matemáticas. Se considera a María la primera profesora de universidad ya que a la edad de 30 se encargó de los cursos de su padre en la universidad y dos años más tarde, después de publicar su obra de las Instituciones analíticas, el Papa le dio el nombramiento para ocupar la cátedra de matemáticas superiores y filosofía natural de la Universidad de Bolonia. El Papa escribió a Agnesi el 2 de septiembre de 1750: “En tiempos pasados Bolonia ha tenido en puestos públicos a personas de vuestro sexo. Nos parece adecuado continuar con esa honorable tradición. Hemos decidido que se le adjudique la bien conocida cátedra de matemáticas…” A la muerte de su padre, cuando tenía 34 años, renunció a las matemáticas, y consagró sus esfuerzos a la teología, a socorrer a pobres e indigentes, y a educar a sus hermanos y hermanas. Dedicó por completo su vida a hacer obras de caridad viviendo en total pobreza, ya que dejó toda su fortuna a los pobres y murió a la edad de 80 el 9 de enero de 1799.