María Martinón-Torres (Orense, 1974) es una reconocida paleoantropóloga española, especialista en evolución humana, y actualmente directora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) en Burgos. A lo largo de su carrera ha combinado el rigor científico con una destacada labor de divulgación, convirtiéndose en una de las voces más influyentes en el ámbito de la paleoantropología en Europa.
Licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad de Santiago de Compostela, se doctoró en Antropología Biológica por la Universidad de Bristol (Reino Unido). Su principal línea de investigación se centra en el estudio de la morfología dental en homínidos, campo en el que ha realizado importantes aportes al conocimiento de las especies humanas fósiles y sus relaciones evolutivas. Uno de sus enfoques más innovadores ha sido el análisis de dientes como fósiles clave para reconstruir árboles genealógicos de la humanidad.
Desde muy joven, Martinón-Torres se unió al equipo de investigación de Atapuerca, y ha sido pieza fundamental en la interpretación de los hallazgos de este sitio arqueológico, considerado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Sus investigaciones han contribuido a una mejor comprensión del poblamiento de Europa y la evolución de los primeros humanos que habitaron el continente.
Entre sus logros destacan:
Liderazgo internacional: Ha sido investigadora en el University College de Londres y ha colaborado con equipos de investigación en China, desarrollando una estrecha cooperación científica entre Asia y Europa para el estudio de fósiles humanos.
Premios y distinciones: Ha sido galardonada por instituciones científicas y culturales por su trayectoria, como la Medalla de Oro de Galicia (2019), y ha sido incluida en varias listas de mujeres referentes en ciencia.
Divulgación científica: Con un estilo claro y apasionado, ha participado en documentales, conferencias y libros, y ha defendido el papel de la ciencia como herramienta de cohesión y progreso social.
El paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga, codirector de Atapuerca, ha dicho de ella: "María es brillante, rigurosa y visionaria. Tiene un don para mirar los fósiles y ver más allá de lo evidente". Su carrera es un ejemplo de cómo la ciencia puede unir pasión, conocimiento y compromiso con la sociedad.