María Teresa Toral fue una mujer increíble que vivió en España en una época muy difícil. Nació en Madrid en 1911 y desde pequeña le encantaba aprender cosas nuevas. Le gustaban mucho los idiomas (llegó a hablar hasta cinco), escribir, dibujar y tocar el piano. Su familia era culta y siempre valoró la educación, aunque su padre prefería que ella estudiara algo “adecuado para una mujer”, como Farmacia. Pero ella soñaba con ser como Marie Curie, así que decidió estudiar también Ciencias Químicas. ¡Y lo logró! Terminó las dos carreras con sobresaliente y premio extraordinario en 1933, algo realmente impresionante para una mujer en esa época.
Era tan buena en lo suyo que la invitaron a formar parte de un equipo de científicos muy importante, liderado por Enrique Moles. Juntos investigaban los pesos de los átomos y las moléculas. María Teresa era tan precisa que incluso fabricaba su propio material de laboratorio, como tubos y matraces, porque necesitaba que todo fuera perfecto.
Pero justo cuando su carrera iba en ascenso, estalló la Guerra Civil Española, y eso lo cambió todo. Como apoyaba al bando republicano, fue acusada falsamente de construir armas en su laboratorio y la metieron en la cárcel. Estuvo presa en unas condiciones terribles: había miles de mujeres en una cárcel pensada para solo unas pocas. Pasaban frío, hambre y no tenían atención médica, pero ella no se rindió. Usó sus conocimientos para curar a otras presas, enseñaba idiomas para entretenerlas, e incluso dibujaba en los libros de la biblioteca para hacerlos más bonitos. También ayudó a falsificar papeles para que algunas madres pudieran estar más tiempo con sus hijos.
Cuando salió de la cárcel, no le dejaron volver al laboratorio. Su madre le puso una farmacia, pero ella la convirtió en un lugar secreto donde se reunían personas que querían luchar contra el franquismo. Lamentablemente, fue traicionada por su propio novio, que la delató, y volvió a ser encarcelada. Esta vez querían condenarla a muerte, pero gracias a la presión de científicos de todo el mundo (como Irene Joliot-Curie, la hija de Marie Curie), lograron salvarle la vida.
Después de eso, se exilió a México, donde empezó una nueva vida. Allí no solo dio clases de química, sino que también se convirtió en una artista muy reconocida por sus grabados, gracias a la precisión de sus manos y a su amor por el arte. No volvió a España hasta que murió Franco, y cuando lo hizo, expuso sus obras en la misma cárcel donde había estado presa, como símbolo de transformación: convertir un lugar de sufrimiento en uno de esperanza.
María Teresa Toral murió en 1994, pero su historia sigue siendo un ejemplo de valentía, inteligencia y lucha por la justicia. Fue una mujer que nunca dejó de ser fiel a sus ideales, incluso cuando todo estaba en su contra.
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