Marian Diamond, con diversos premios a su espalda, amada por sus alumnos y con más de setenta años de experiencia en la investigación, es considerada una de las fundadoras de la neurociencia moderna. Cambió la manera de entender el cerebro y su desarrollo en un entorno dominado por hombres.
Nació el 11 de noviembre de 1926 en Glendale (California) y murió el 25 de julio de 2017 en Oakland a los 90 años. Estudió biología en la Universidad de California en Berkeley. En 1953 comenzó su carrera científica como profesora a la par que investigadora. Fue premiada tanto por su docencia como por su investigación, tareas que siguió realizando hasta 2014.
Entre sus estudios más destacables están los relacionados con la plasticidad cerebral: la capacidad del cerebro para cambiar anatómicamente y adaptarse a los estímulos que se le plantean.
Cuando Einstein murió, mucha gente quiso saber si era diferente el cerebro de un genio al de cualquier otra persona. Ella examinó el cerebro del científico, saltando a la fama en 1984 cuando concluyó que contenía más células gliales por neurona que la media de las personas, debido a la gran exigencia metabólica y estímulos a los que Einstein sometía a sus neuronas.
Antes de este hecho, Marian ya había hecho estudios con ratas sobre la plasticidad del cerebro y cómo este puede cambiar dependiendo del ambiente. Separó las ratas en jaulas llena de estímulos y jaulas sin estímulos. Tras estudiar sus cerebros, vio que las ratas del ambiente enriquecido tenían una corteza cerebral un 6% más gruesa que las demás.
Este descubrimiento cambió la idea tradicional de la rigidez e invariabilidad del cerebro, aunque algunos hombres opinasen que su trabajo era ingenuo y que estaba perdiendo el tiempo.
En estudios posteriores, Diamond reveló que el cerebro también puede mostrar plasticidad en edades avanzadas. Ella describió cinco factores que son importantes para un cerebro saludable: dieta, ejercicio, desafío, novedad y amor. En cuanto al quinto factor, ella observó que las ratas que habían recibido caricias vivían más.
Por ello, una de sus frases más famosas, «Úsalo o piérdelo», hace alusión a la importancia de mantener el cerebro activo, estimulado, desafiado y aprendiendo para que no se marchite.
Trabajó como profesora en la Universidad de Berkeley, donde era conocida como la "científica de la caja de flores”, ya que en ella transportaba los cerebros que estudiaba. En sus clases, sorprendía a todos sus alumnos cuando de la caja sacaba un cerebro y lo sostenía entre sus manos.
Para ella, «el cerebro nos define. Puedes sostenerlo en una mano, pero nada se compara con él. Sus células producen ideas. Es lo que realmente somos: quita el cerebro y te llevas a la persona. Y tras sesenta años estudiándolo, solo he sentido pura felicidad».