Marie Curie nació en 1867 en Polonia, en una época en la que las mujeres no tenían muchas oportunidades para estudiar. Sin embargo, era tan apasionada por el conocimiento que se mudó a Francia para estudiar en la Sorbona. Allí conoció a Pierre Curie, con quien compartió su amor por la ciencia y descubrió dos nuevos elementos: el polonio (llamado así en honor a su país natal) y el radio.
Durante sus investigaciones para aislar el radio, Marie y Pierre Curie trabajaron en un cobertizo humilde y mal ventilado en París, sin las medidas de seguridad modernas. El proceso implicaba tratar toneladas de pechblenda, un mineral uranífero, para extraer trazas de radio. Una noche, al regresar al laboratorio, Marie notó un brillo tenue en la oscuridad: los cristales de radio, aunque aún impuros, emitían una luminiscencia azulada. Fascinada, escribió en su diario: "Era como contemplar luciérnagas atrapadas en cristal".
Esta "magia" científica, sin embargo, tenía un precio. Los Curie desconocían los efectos dañinos de la radiación. Marie guardaba muestras de radio en su bolsillo como talismán, y las usaba para impresionar a sus hijas, dibujando figuras luminosas en sus manos. Años más tarde, su hija Irène (también Nobel de Química) recordaría cómo su madre admiraba aquel resplandor, ignorando que la exposición le causaría anemia aplásica, enfermedad que contribuyó a su muerte en 1934.
La anécdota refleja su pasión inquebrantable, pero también el precio de la osadía científica en una época donde el conocimiento sobre los riesgos era incipiente.
Su trabajo con la radiactividad (un término que ella misma acuñó) le valió el Premio Nobel de Física en 1903, pero no paró ahí. En 1911 ganó otro Nobel, esta vez en Química, por aislar el radio puro. Su esfuerzo y dedicación fueron impresionantes, pero la exposición prolongada a la radiación afectó su salud. Aun así, siguió trabajando incansablemente y hasta creó unidades móviles de radiografía para ayudar a los soldados heridos en la Primera Guerra Mundial.
Marie Curie rompió barreras en un mundo dominado por hombres, demostrando que la inteligencia y la determinación no tienen género. Su legado sigue vivo en la ciencia, la medicina y la lucha por la igualdad.