Marie Curie (1867-1934) fue una científica pionera en el campo de la radiactividad y una de las mentes más brillantes de la historia de la ciencia. Nació en Varsovia, Polonia, en una época en la que las mujeres enfrentaban grandes obstáculos para acceder a la educación superior. A pesar de estas dificultades, Marie mostró desde joven un talento excepcional para las matemáticas y la física. Debido a las restricciones en su país, se trasladó a París para estudiar en la Universidad de la Sorbona, donde se graduó con honores en Física y Matemáticas.
En 1895, se casó con el físico Pierre Curie, con quien desarrolló investigaciones fundamentales sobre la radiactividad, un término que ella misma acuñó. En 1898, junto a su esposo, descubrió dos nuevos elementos químicos: el polonio (nombrado así en honor a su país natal) y el radio. Estos descubrimientos revolucionaron la ciencia, permitiendo un mayor entendimiento de la estructura atómica y abriendo el camino a aplicaciones médicas y energéticas de la radiactividad.
En 1903, Marie Curie se convirtió en la primera mujer en recibir un Premio Nobel, compartiéndolo con Pierre Curie y Henri Becquerel por sus estudios sobre la radiactividad. Sin embargo, su vida dio un giro trágico en 1906, cuando Pierre murió en un accidente. A pesar del dolor, Marie continuó su labor científica y asumió la cátedra de su esposo en la Universidad de la Sorbona, convirtiéndose en la primera mujer en ocupar ese cargo.
En 1911, recibió el Premio Nobel de Química por sus investigaciones sobre el radio y el aislamiento de este elemento en su forma pura, siendo la primera persona en la historia en ganar dos premios Nobel en distintas disciplinas. Durante la Primera Guerra Mundial, desarrolló unidades móviles de radiografía, conocidas como "Pequeñas Curies", que ayudaron a salvar innumerables vidas en el campo de batalla.
A lo largo de su vida, Marie Curie enfrentó discriminación por su género, pero su pasión y determinación la llevaron a superar las barreras impuestas por la sociedad. Su exposición prolongada a la radiación afectó gravemente su salud, y en 1934 falleció a causa de una anemia aplásica.
El legado de Marie Curie es incalculable. Sus descubrimientos sentaron las bases de la física moderna y la medicina nuclear, y su historia sigue inspirando a generaciones de científicos, especialmente a mujeres que buscan abrirse camino en el mundo de la ciencia.