Maryam Mirzakhani (1977–2017) fue una matemática iraní universalmente reconocida por sus importantes contribuciones a la geometría y la teoría de sistemas dinámicos. Nacida en Teherán, Irán, el 12 de mayo de 1977, desde muy joven demostró una gran capacidad intelectual y una pasión intensa por el conocimiento.
A pesar de no tener un buen inicio en su relación con las matemáticas como adolescente, Maryam consiguió sobreponerse, llegando a desarrollar un especial interés por ellas. Además, ella misma en una entrevista destacó el valor incalculable que fue el haber conocido en esta etapa a Roya Beheshti (actualmente profesora de matemáticas en la Universidad de Washington en San Luis) con la cual compartía muchos intereses comunes. Durante este período, ganó medallas de oro en las Olimpiadas Internacionales de Matemáticas en 1994 y 1995, convirtiéndose en la primera mujer iraní en hacerlo. Esto también la animó a pensar en problemas más complejos en matemáticas.
Tras completar su licenciatura en Matemáticas en la Universidad de Tecnología Sharif, Maryam fue aceptada en la Universidad de Harvard para realizar su doctorado. Allí trabajó con Curtis McMullen, un matemático galardonado con la Medalla Fields. Su tesis doctoral fue considerada excepcional y abordó problemas fundamentales relacionados con la geometría hiperbólica, las superficies de Riemann y los espacios modulares, estableciendo conexiones innovadoras entre estos campos.
Después de obtener su doctorado, Maryam trabajó como investigadora en la Universidad de Princeton y más tarde se unió al cuerpo docente de la Universidad de Stanford. Allí continuó desarrollando investigaciones de alto nivel en geometría y sistemas dinámicos. En particular, hizo aportes fundamentales al estudio de la dinámica en superficies de tipo finito, la geometría de Teichmüller y los espacios modulares, áreas clave para comprender la estructura del espacio en matemáticas avanzadas.
En 2014, Maryam hizo historia al convertirse en la primera mujer y la primera persona iraní en recibir la Medalla Fields, el máximo galardón en matemáticas. Su trabajo fue reconocido por su originalidad y por abrir nuevas vías de investigación que han influido en múltiples disciplinas matemáticas. Pero más allá de los premios, su figura rompió barreras y abrió caminos para muchas mujeres en una disciplina tradicionalmente dominada por hombres.
Quienes la conocieron hablan de una persona sencilla, apasionada y profundamente creativa. Tenía la costumbre de llenar hojas con dibujos y esquemas que la ayudaban a visualizar conceptos abstractos, convirtiendo su proceso de trabajo en algo casi artístico.
Falleció el 14 de julio de 2017 a los 40 años debido a un cáncer de mama. Su partida fue un golpe para la comunidad matemática internacional, pero su legado sigue vivo, no solo en sus investigaciones, sino también como símbolo de inspiración para nuevas generaciones de matemáticas y científicas en todo el mundo.