Nettie Stevens (1861-1912) fue una genetista estadounidense pionera en el estudio de los cromosomas y en el descubrimiento de la determinación genética del sexo. Nació en Cavendish, Vermont, y se graduó en biología en la Universidad de Stanford. Posteriormente, realizó su doctorado en la Universidad de Bryn Mawr. La investigación de Stevens fue crucial para la comprensión de la genética, especialmente en lo que respecta al papel de los cromosomas en la determinación del sexo.
En 1905, Stevens publicó sus trabajos sobre la relación entre los cromosomas y el sexo de los organismos, demostrando que el sexo de los seres vivos, en especial en los insectos, dependía del tipo de cromosomas presentes. Observó que los machos poseían un par de cromosomas sexuales diferentes (XY), mientras que las hembras tenían dos cromosomas sexuales idénticos (XX). Este hallazgo fue un hito en la biología, confirmando la teoría cromosómica de la determinación del sexo, algo que coincidía con los estudios de Thomas Hunt Morgan y Walter Sutton.
Aunque sus contribuciones fueron inicialmente opacadas por otros científicos como Morgan, hoy en día se reconoce a Stevens como una de las figuras clave en el desarrollo de la genética moderna. Lamentablemente, su carrera fue breve, ya que falleció de cáncer en 1912, a los 50 años. Sin embargo, su trabajo sigue influyendo en la genética y la biología actuales.
A pesar de que Nettie Stevens no recibió el reconocimiento que merecía en vida, especialmente debido a la rivalidad con otros científicos, como Thomas Hunt Morgan, su legado ha perdurado. En las últimas décadas, su contribución a la genética ha sido reconocida y valorada en su justa medida. Stevens fue una de las primeras en demostrar empíricamente que la determinación del sexo no era un fenómeno aleatorio, sino que estaba relacionado directamente con los cromosomas sexuales. Su investigación fue clave para la consolidación de la genética como disciplina científica y sigue siendo una referencia fundamental en el estudio de la biología moderna.