La científica Rita Levi-Montalcini nació en Turín el 22 de abril de 1909, la hermana más pequeña de cuatro, junto con su gemela llamada Paola.
A los 19 años, cuando su antigua cuidadora falleció de cáncer, ella decidió que se dedicaría a la medicina.
Las neuronas eran lo que más le llamaba la atención, que son las células del cerebro, así que, tras graduarse, Rita trabajó con un profesor estupendo llamado Giuseppe Levi y un grupo científico excelente de su generación.
Pero, justo cuando comenzaba con una investigación esencial en su carrera, un cruel dictador aprobó una ley que no permitía a los judios estudiar en una universidad.
Rita se escapó a Bélgica con su profesor, que también era judío. Sin embargo, cuando los nazis atacaron Bélgica, Rita se vió obligada a volver a escapar, por lo que volvió a Italia.
Es complicado trabajar en la ciencia si debes esconderte todo el tiempo y no
puedes usar un laboratorio. Pero Rita no se rindió y convirtió su cuarto en una pequeña habitación para la investigación.
También utilizó agujas de costura para convertirlas en instrumentos quirúrgicos, colocó un pequeño quirófano delante de su cama en el cual diseccionaba animales y estudiaba sus células bajo un microscopio.
Cuando la ciudad donde vivía fue bombardeada, Rita tuvo que volver a escapar, y luego de nuevo, pero a pesar de esconderse todo el tiempo, y sin importar donde se encontrara, Rita seguía trabajando e investigando.
Por su gran esfuerzo en el campo de neurobiología, recibió un Premio Nobel de medicina, y fue la tercera persona de su escuela en recibir ese premio.
Rita nos enseñó una lección se puede aplicar a cualquier aspecto de la vida, y es que, si de verdad anhelas algo, no importa ser hombre o mujer, ni si tu situación es complicada. Porque si ese es verdaderamente el deseo más grande en tu corazón, con una gran dedicación, se puede conseguir.