Sophie Germain nació en París en 1776, en una familia rica y liberal. Desde pequeña, le gustaban las matemáticas, algo muy raro para las mujeres de su tiempo. Su amor por las matemáticas se debe a los textos que leyó sobre Arquímedes, un matemático de la Antigua Grecia.
La historia de Sophie es la de una matemática brillante que no pudo lograr su pleno desarrollo porque en sus años de formación no pudo acceder a una educación matemática formal, y en su madurez tuvo que trabajar en solitario porque una jerarquía científica, totalmente masculina, la excluía.
Durante la Revolución Francesa, Sophie empezó a estudiar geometría en secreto, porque su familia no apoyaba su interés. Incluso llegaron a quedarla sin calefacción y sin luz para poder sacarle esas cosas de la cabeza.
A los 19 años, Sophie quiso aprender de las clases de la nueva Escuela Politécnica de París, aunque las mujeres no podían asistir, consiguió los apuntes de un estudiante y presentó un trabajo bajo el nombre falso de Antoine-Auguste Le Blanc. Su talento llamó la atención del matemático Joseph Lagrange, quien descubrió su verdadera identidad y la animó a seguir estudiando.
Sophie se escribió cartas con Carl Friedrich Gauss, uno de los matemáticos más importantes de la época, también usando su nombre falso. Cuando Napoleón invadió Prusia, Sophie temió por la seguridad de Gauss y envió a un general amigo de su familia para protegerlo. Esto reveló su identidad y Gauss quedó impresionado por su talento y valentía.
Además de trabajar en matemáticas y física, Sophie se interesaba por la filosofía, química, historia y geografía. Una de sus ideas originales fue identificar los procesos intelectuales de las “Ciencias” y las “Letras” e incluso de todas las actividades humanas.. El concepto clave que unifica el texto es la “analogía” que permite ordenar y encontrar las leyes del universo. Esta obra fue elogiada por Auguste Comte en su Cours de philosophie positive y por Félix Ravaisson en su Rapport sur la philosophie en France au XIX siècle.
A lo largo de su vida, Sophie enfrentó muchos obstáculos por ser mujer. Nunca pudo asistir a una universidad, pero gracias al apoyo económico de su familia, pudo dedicarse completamente a sus estudios. Falleció en 1831 debido a un cáncer de mama. En su certificado de defunción fue clasificada como “soltera sin profesión”, lo que muestra la falta de reconocimiento que sufrió en vida. Sin embargo, su legado sigue vivo en las matemáticas y la ciencia.