Vera Florence Cooper Rubin fue una astrónoma pionera, nacida el 23 de julio de 1928 en Filadelfia, Pensilvania. Hija de inmigrantes judíos y la menor de dos hermanas. Desde muy joven, mostraba un gran interés por el movimiento de las estrellas que veía desde la ventana de su casa.
Tras graduarse en astronomía en la Universidad de Vassar en 1948, intentó inscribirse en un programa de posgrado en la Universidad de Princeton, pero no lo consiguió, pues hasta el año 1975 esa Universidad no permitía que las mujeres accedieran a esa clase de estudios.
En aquel entonces, se casó con Robert Joshua Rubin, un estudiante graduado en la Universidad de Cornell, motivo por el cual pudo haber rechazado una oferta de la Universidad de Harvard para matricularse en la Universidad de Cornell, donde obtuvo una maestría en 1951.
Rubín tenía un hijo pequeño y estaba embarazada cuando empezó su doctorado, en el que estudió los movimientos de 109 galaxias e hizo una de las primeras observaciones de las desviaciones de la Ley de Hubble. Su tesis doctoral, la cual finalizó 3 años después, en 1954, concluyó que las galaxias se agrupaban, en lugar de distribuirse aleatoriamente por el Universo, una idea entonces controvertida y recibida con escepticismo que no acabaría aceptándose hasta dos décadas después.
En 1963, comenzó a colaborar con los astrónomos Geoffrey y Margaret Burbidge, con quienes realizó sus primeras observaciones de la rotación de las galaxias. Dos años después, se unió al Instituto Carnegie de Ciencias, donde conoció al fabricante de instrumentos Kent Ford, con quien comenzó un trabajo relacionado con su controvertida tesis sobre los cúmulos de galaxias. Investigó las curvas de rotación de las galaxias espirales observando su material más externo, dándose cuenta de que los componentes más externos de la galaxia se movían tan rápido como los que estaban cerca del centro, una indicación temprana de que las galaxias espirales debían estar rodeadas de halos de materia oscura.
La investigación de Rubin demostró que las galaxias espirales giran lo suficientemente rápido como para separarse si la gravedad de sus estrellas fuera todo lo que las mantuviera juntas. Pero, debido a que los cúmulos de galaxias permanecen unidos, debía existir algo, una gran cantidad de materia invisible que garantizara su unión. A este fenómeno se le conoció como el problema de la rotación de las galaxias.
Años después, sus cálculos mostraron que las galaxias debían contener, al menos, entre 5 y 10 veces más materia oscura que materia ordinaria. Los datos aportados por la astrónoma acabarían convirtiéndose en los primeros resultados que respaldaban la teoría de la existencia de materia oscura propuesta años antes por Zwick.
Nunca se apartó de su actividad académica, obteniendo una gran cantidad de premios, logros y distinciones. Sus investigaciones y tutorías se alargarían hasta el año 2016, en el que un 25 de diciembre falleció por complicaciones asociadas a la demencia.