Vera Rubin (1928-2016) fue una astrónoma estadounidense cuyo trabajo revolucionó nuestra comprensión del universo al proporcionar una de las primeras y más sólidas evidencias de la existencia de la materia oscura. A lo largo de su carrera, desafió las barreras de género en la ciencia y dejó un legado que transformó la astrofísica moderna.
Infancia y educación
Rubin nació el 23 de julio de 1928 en Filadelfia, Pensilvania, y creció en Washington D.C. Desde pequeña, mostró un gran interés por la astronomía, pasando horas observando las estrellas desde la ventana de su habitación. Su padre, un ingeniero eléctrico, alentó su curiosidad científica y la ayudó a construir su primer telescopio. A pesar de la falta de representación femenina en el campo, su pasión por el cosmos la llevó a estudiar astronomía en el Vassar College, una de las pocas instituciones que aceptaban mujeres en la disciplina.
Tras obtener su licenciatura en 1948, Rubin solicitó ingreso en la Universidad de Princeton para realizar estudios de posgrado, pero fue rechazada porque en ese momento la institución no aceptaba mujeres en su programa de astronomía. En lugar de ello, continuó sus estudios en la Universidad de Cornell, donde obtuvo una maestría en 1951, y luego en la Universidad de Georgetown, donde completó su doctorado en 1954. Su tesis doctoral, que abordaba la distribución de galaxias en el universo, ya desafiaba las teorías establecidas en la época y sugería la existencia de movimientos inesperados en las galaxias.
Investigaciones y el descubrimiento de la materia oscura
En la década de 1970, mientras trabajaba en la Institución Carnegie de Washington, Rubin, junto con el astrónomo Kent Ford, realizó estudios sobre la rotación de galaxias. Analizando la velocidad de las estrellas en la galaxia de Andrómeda y en muchas otras, descubrió que estas se movían a velocidades que no podían explicarse únicamente por la gravedad de la materia visible. Según las leyes de la física y la distribución de la materia conocida, las estrellas en los bordes de las galaxias deberían moverse más lentamente que las que están cerca del centro, pero Rubin y Ford encontraron que mantenían velocidades sorprendentemente
Lucha contra la discriminación de género y legado
A lo largo de su carrera, Rubin enfrentó múltiples obstáculos debido a su género. Fue la primera mujer en recibir permiso para utilizar los telescopios del Observatorio Palomar, que hasta entonces eran exclusivos para hombres. También se convirtió en la segunda mujer en ser elegida para la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU. y defendió activamente la equidad de género en la ciencia, alentando a más mujeres a seguir carreras en astronomía.
Aunque fue galardonada con muchos premios, nunca recibió el Premio Nobel, a pesar de que muchos consideran que su descubrimiento lo merecía.
Rubin continuó investigando y enseñando hasta su fallecimiento el 25 de diciembre de 2016.